El trastorno bipolar es un problema que afecta a cerca de 140 millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Uno de los tratamientos más frecuentes es el uso constante de medicamentos potentes, muchas veces los famosos “psicofármacos”, que, aunque mejoran el cuadro de los pacientes, pueden tener relación directa con la disminución de la calidad de vida de los afectados por la enfermedad.
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Buscando formas más naturales de tratar el trastorno bipolar sin sustituir el uso de medicamentos, el médico psiquiatra y miembro de la Asociación Brasileña de Baja en Carbohidratos (ABLC) Régis Chachamovich explica que una dieta con restricción de carbohidratos puede ser una aliada poderosa para tratar la bipolaridad.
Según Régis, los pacientes con este problema se caracterizan por alternar períodos de manía o hipomanía, depresión y normalidad. “Durante la fase de manía o hipomanía, el paciente suele presentar elevación del humor, aceleración de la actividad mental, irritabilidad, disminución de la necesidad de sueño, aumento de la velocidad del habla y alteraciones del comportamiento que a menudo ponen a la persona en situaciones de riesgo. Lo que diferencia la manía de la hipomanía es la intensidad y la duración del cuadro”, explica. “Por otro lado, la fase depresiva se caracteriza por una tristeza intensa, falta de placer en actividades que normalmente proporcionan satisfacción, desánimo, llanto fácil y frecuente, falta de energía, pensamientos con contenido negativista”, añade el médico.
Generalmente, los psiquiatras recetan estabilizadores del humor y antipsicóticos para que el paciente tenga una vida lo más normal posible, sin embargo, solo el uso de los medicamentos sin un acompañamiento de la dieta y la rutina puede tener un peso muy grande en la calidad de vida del bipolar. “En algunos casos, por ejemplo, las crisis están controladas, pero el paciente permanece en un estado depresivo leve y duradero”, cuenta Régis. Y es aquí donde la alimentación puede ayudar.
El enfoque alimenticio cetogénico surge de la necesidad de complementar el tratamiento medicamentoso de estos pacientes, priorizando la ingesta de alimentos ricos en proteínas y grasas saludables. La dieta cetogénica promueve cambios beneficiosos no solo en el físico, sino también en el mental de las personas.
“La ciencia ha demostrado, con cada vez más datos, que estos cambios son altamente beneficiosos en un número creciente de situaciones, incluidos los trastornos mentales”, dice. “Esto confiere a la estrategia un espectro de acción significativamente más amplio que los medicamentos disponibles hoy en día, con posibilidades muy reducidas de efectos adversos”, concluye el psiquiatra.
La dieta cetogénica propone que el consumo de carbohidratos sea de 20 a 50 gramos por día, mientras que en la alimentación normal ronda los 150 gramos. Para compensar la disminución drástica de este tipo de alimento, lo ideal es que la persona comience a ingerir más grasas saludables, como aguacate, coco, semillas, aceite de oliva, almendras y nueces.
Para quienes disfrutan del pan, las papas, el arroz, diversos dulces y bebidas alcohólicas, la dieta puede ser bastante difícil al principio, ya que estos alimentos están prácticamente prohibidos. Por otro lado, la carne, el pescado y los huevos son bienvenidos, al igual que las fresas, moras, frambuesas, arándanos, cerezas, crema, yogures naturales sin azúcar, leche de coco, leche de almendras, algunos quesos, entre otros alimentos.
Sin embargo, el profesional resalta la importancia de tener siempre un acompañamiento médico para cualquier modificación en el tratamiento, especialmente para pacientes psiquiátricos. “A pesar de que la estrategia alimenticia es bastante segura para la mayoría de las personas, se requieren cuidados importantes en cuanto a la implementación y la fase de adaptación, al control de los medicamentos en uso y al seguimiento de algunos parámetros”, concluye.